miércoles, 12 de agosto de 2015

No es lo mismo gobernar un país que dirigir una empresa.



Creo que el problema del mal gobierno radica en que actualmente se ha llegado a imponer entre l@s gobernantes, la creencia de que gobernar un país se basa en la errónea idea de que debe dirigirse de la misma forma que una empresa.

Esto hace que los dirigentes de los países hagan exactamente lo que harían si estuviesen dirigiendo una empresa y se comporten como si el país fuese "suyo" y sus habitantes "su mano de obra" y que  el hecho de gobernar les otorgue hacer con él lo que les dé la gana, lo que lastima gravemente la democracia y además todo esto bajo una ideología subyacente. Ideología que parece fundamentarse en aplicar cualquier medio para la consecución de beneficios económicos y prebendas que l@s "directiv@s" puedan conseguir para sí mism@s, para quienes les han ayudado a llegar a su posición, sus amig@s y también, supongo, que para el país, pero sobre la base de una rentabilidad económica y no social, lo que va en detrimento de la calidad de vida de sus ciudadan@s.

Cuando hablo de empresas y empresari@s, no distingo entre empresas grandes, esas que operan en paraísos fiscales o que apenas pagan impuestos en relación a sus enormes beneficios y que además suelen figurar como ejemplos a imitar para el resto de empresari@s sobre como debería ser la dirección y objetivos de una empresa, basado principalmente en los beneficios económicos conseguidos.

Hablo de grandes y pequeñas, de las que intentan pagar lo mínimo a sus trabajadores/as, de las que acceden a conceder los derechos y necesidades de sus emplead@s a regañadientes o que incluso los niegan, de las que intentan no dotar a sus trabajador@s de los mínimos medios, ropa de trabajo, seguridad, etc. poniendo en riesgo su salud, incluso sucede con medios técnicos y herramientas para realizar el trabajo, lo que obliga a l@s emplead@s a trabajar más y en peores condiciones y o seguridad, también incluyo las que no imparten la formación suficiente para garantizar que el trabajo que se realice con la mayor eficacia y seguridad posibles. Todo esto suele suceder en este tipo de empresas, sin asumir por parte de la dirección, que eso merma la competitividad de la empresa frente a la competencia, cosa que seguramente se achaque a posteriori a l@s propi@s trabajadores/as. Hablo de las que intentan compensar estas cosas a través de más y peor trabajo, de las que obligan a trabajar horas extraordinarias de forma permanente para evitar contratar más personal y mantener una plantilla lo más reducida posible, de las que obligan a sus trabajador@s a hacer todas las horas que est@s puedan aguantar, la mayoría de las veces bajo el temor de poder perder su trabajo en caso de decir que no.

No hablo concretamente de grandes o pequeñas empresas porque todas pueden estar llevando a cabo cualquiera de las prácticas descritas e incluso las no descritas aquí que afectan a otros asuntos como pudiera ser el medio ambiente.

Parece que el mundo empresarial se caracterice por un solo objetivo, el máximo beneficio económico en detrimento de otros valores y es o, me temo se ha implantado hace tiempo en la forma de gobierno de los paises.

Ejemplos de personas que practican esta ideología los hay a raudales, en la banca, entre los miembros más destacados de la CEOE... También vemos estupefact@s los llamativos casos de la práctica denominada "puertas giratorias", cabría añadir las prácticas de corrupción que comprometen todo tipo de organismos.

Un dogma parece haberse apoderado del gobierno.

Pero es que un gobierno debería de ser un organismo para la búsqueda del beneficio, salud y felicidad de tod@s sus ciudadan@s .

Ética, mucha ética es lo que hace falta, pero la ética no está bien vista en este "credo".

La amenaza, la extorsión, el soborno, la desprotección de l@s ciudadan@s sí, siempre y cuando se lleven a cabo para conseguir el fin, el codiciado "éxito" dogmático que promete la fe que profesan, la que aplican con los métodos en los que son instruid@s.

Andrés Martínez Ibarra.

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